Investigación realizada también en Perú y publicado por la revista “Science” revela que enfermedad micótica letal está eliminando grandes poblaciones de anfibios a nivel mundial.
Un estudio internacional liderado por la Universidad Nacional de Australia (ANU, por sus siglas en inglés) investiga una enfermedad micótica causante de dramáticas pérdidas en la población de anfibios de más de 500 especies en todo el mundo, incluyendo 90 extinciones en los últimos 50 años.
El hongo quitridiomicosis, que viene devorando la piel de estos animales, ha eliminado algunas especies completamente y viene causando la muerte esporádica de otras, convirtiéndola en la enfermedad más aterradora para la biodiversidad de vertebrados.
Esta enfermedad está presente en más de 60 países, siendo Australia, Centro América y Sur América las zonas más afectadas. Por esta razón, parte del trabajo fue desarrollado en las estaciones biológicas de Conservación Amazónica – ACCA en Cusco, donde la biodiversidad de estas y otras especies es muy alta.
Alessandro Catenazzi, profesor en la Universidad Internacional de Florida y miembro del equipo internacional que realizó este estudio, se encargo de desarrollar el trabajo de investigación en Wayqecha y Villa Carmen, dos estaciones biológicas ubicadas en la gradiente altitudinal entre Cusco y Madre de Dios y de propiedad de la ONG peruana Conservación Amazónica – ACCA.
Según Catenazzi, el equipo de investigadores observó estas disminuciones catastróficas en sus respectivas regiones, pero esta es la primera vez que se evalúa el impacto global de esta enfermedad invasiva. Además, resaltó que de las 90 especies extintas, existe un 40 por ciento de las otras especies afectadas que continúan experimentando disminuciones en sus poblaciones.
«No tenemos ningún otro ejemplo de enfermedad infecciosa que cause la pérdida de biodiversidad en una escala comparable», explicó.
A pesar de que recientemente se han redescubierto algunas especies que se creían extintas a causa de esta enfermedad, solo el 12 por ciento de los ejemplares impactados han mostrado signos de recuperación. La esperanza es que más poblaciones puedan recuperarse en el futuro; sin embargo, es necesario contar con condiciones favorables para que esto suceda, como contar con los hábitats adecuados para la reproducción de los anfibios.
Los efectos de la quitridiomicosis varían, pero el más letal es el engrosamiento de la piel de los anfibios infectados, el cual impide que el animal mantenga el balance osmótico; es decir, el balance en sus sales minerales y el agua en la sangre, y también puede interrumpir la respiración de la piel, que en muchos anfibios es tan o más importante que la respiración por pulmones. Ese hongo también produce toxinas que paralizan los glóbulos blancos, lo que altera la respuesta inmunitaria de los anfibios infectados.
Las enfermedades micóticas se están volviendo cada vez más en una amenaza para la biodiversidad de animales y plantas. Son muchos los ejemplos de especies en peligro de extinción por la introducción de hongos invasivos. El incremento en el comercio de productos agrícolas y la facilidad de transporte internacional permiten a muchos microorganismos alcanzar una distribución cosmopolita. Se recomienda establecer mecanismos de monitoreo para prevenir la difusión de nuevas enfermedades, y seguimiento de poblaciones en recuperación para entender procesos ecológicos que beneficien su conservación a largo plazo.
EL ECOSISTEMA MÁS DIVERSO
El área de estudio principal donde el peruano Alessandro Catenazzi realizó su investigación, fue el Parque Nacional del Manu y su zona de amortiguamiento, donde Conservación Amazónica – ACCA opera dos de sus tres estaciones biológicas.
El valle del Kosñipata es considerado como uno de los rincones con mayor biodiversidad del planeta. En este lugar, a 3,500 msnm se encuentra la Estación Biológica Bosque de Nubes Wayqecha, un espacio reconocido como Área de Conservación Privada o ACP que en principio estaba destinado solo a la investigación científica pero que con el tiempo se fue abriendo a todo el público.
A 2,300 msnm más abajo se encuentra la Estación Biológica Villa Carmen, con más de 50 km de trochas para conocer quebradas, ríos, lagunas, humedales y su fauna variada. Está ubicada en la confluencia del Río Piñipiñi con el Rio Pilcopata en la reserva de la Biosfera del Manu, al lado de un bosque nublado andino y selva baja amazónica.